La violencia es una espiral ascendente sin límites. Crece en la medida que se replica, y aumenta su crueldad y eficiencia en la medida que crece.
La violencia es la forma de expresión de la necesidad de control
de algunos grupos humanos, basado en el miedo al dolor y la muerte.
Negarse a la aplicación de la violencia no te exime del sufrimiento que esta produce como efecto. Como activista NoViolento lo entendía y lo entiendo.
Cuando la izquierda americana financiada y asesorada por la Tiranía Chavista decidió el año pasado emprender una campaña en toda América para desestabilizar las endebles democracias, muchos gobiernos no entendieron la dimensión de esa amenaza o prefirieron jugar a su propia desestabilización, lo que debilitó sus sistemas políticos y económicos, y abrió las puertas para el debacle del #VirusChino. El caso de Chile es patético y el caso de Argentina, una desgracia avisada.
Lo que nunca pudimos pensar, pero los izquierdistas si lo hicieron, fue desestabilizar a los Estados Unidos, con una campaña agresiva y evidente, por lo vulgar y costosa.
Estos ataques conllevaron acciones necesarias en respuestas, que pudieron evitarse si los gobiernos de América hubieran entendido y atendido las informaciones que sus Servicios de Inteligencia les suministraban.
Es inmensamente complejo presenciar en tiempo real –casi- como un Carabinero Chileno empuja a un muchacho de izquierda por un puente, que protestaba conmemorando un año de la destrucción de Chile a través de sus protestas violentas que el cobarde de Piñera no quiso enfrentar. Pero, hay una realidad que la izquierda a través de sus medios comprados, sus periodistas pagados y sus inmorales artistas no quiere mostrar, que es las víctimas de su violencia terroristas; los policías y militares heridos o muertos, las empresas cerradas por consecuencia de sus protestas que buscan destruir el aparato productivo y económico, los civiles que son heridos o muertos, por no querer participar, por negarse a vitorear sus imbecilidades o simplemente defender sus espacios.
La violencia planteada por la izquierda en América requiere del concierto de los factores que creemos en la Libertad, en la Propiedad, en la Familia y en Dios, pues estos criminales disfrazados de políticos o de activistas –incluso de Derechos Humanos- buscan robarte hasta alma.
La situación que enfrentamos debe ser entendida y atendida con prontitud y fiereza. Como ya lo comenté, la violencia ejercida y derivada es una espiral ascendente, y en nuestro caso, solo culminará con la derrota de nuestros enemigos, pues el ejercicio de la violencia es parte inherente de los sistemas de izquierda.
Debemos aprender, aunque suene odioso o poco moral, a ignorar cuando las víctimas de la violencia son los mismos que la incitan -que culpa tiene la estaca si el sapo salta y se ensarta- no por dualidad moral, sino por exigencia de nuestros tiempos. Lo que la violencia de izquierda amenaza con acabar mediante el uso de la fuerza, es todo nuestro sistema de creencias, toda nuestra cultura e incluso nuestra fe en Dios.
Esta lucha tendrá un inmenso costo, pero la derrota no es una opción. Deberemos aprender a convivir por algún tiempo con la violencia, aunque la detestemos, pues nuestros enemigos están dispuestos a usarla, y no porque nos neguemos a responder ellos desistirán.
Los activistas de izquierda y sus representantes políticos deben entender que para ellos su violencia tendrá un costo igual de alto. Quizás, eso los motive a evaluar otros escenarios o a detener su terrible avanzada, y con ello podamos recuperar a la América en la que crecimos.
¡En Dios Confío!
Alexander Acosta Guerra
Activista Político Venezolano desde 1999
En Barranquilla a las 11:56 (am) de un domingo 4 de octubre de 2020
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