Dicen algunas bellas damas, que los
venezolanos nacemos con una arepa debajo del brazo. Esa rica masa de harina de
maíz, amalgamada y amasada con el amor diario de nuestras madres, solo mezclada
con sal y con cariño, es la base y esencia de nuestra alimentación. Si algo nos
identifica es ella, más allá de nuestros Símbolos Patrios.
En cada hogar de Venezuela, la arepa es
la protagonista principal en nuestras comidas¿. Nos acompaña en la mesa desde
que nacemos, hasta que Dios decide que nos debemos ir. Es parte de nuestra
familia, forma parte de nuestras tradiciones, y está arraigada profundamente en
nuestra gastronomía.
La arepa es parte de nosotros, es el P.A.N. nuestro de cada día.
Nuestra arepa, como todos los
venezolanos de bien, ha sido víctima de persecución e injusticias. Otrora, era
producida y empaquetada en cientos de formas, por cientos de empresas. Hoy solo
viste un color, el amarillo oro. Sus demás presentaciones fueron execradas del
mercado por la sistemática persecución del gobierno a la producción nacional en
favor de una mediocre producción extranjera que desangra nuestra Patria.
Millones de hectáreas de maíz cuyo
destino era la producción de nuestro más preciado alimento, hoy se han
convertido en siembra de cadillos, sus obreros en mendigos, y los antiguos
empresarios, en exiliados o perseguidos del aparato político gubernamental.
Ello ha conllevado al exilio de Nuestra
arepa, que hoy es producida con fervor en tierras colombianas y exportada a
tierras lejanas, pero es imposible conseguirla en tierras venezolanas.
Pero este exilio no ha sido casual ni
accidental, ha sido premeditado y mal intencionado. El régimen ha ido
desarrollando paulatinamente un proceso gradual de destrucción sistemática del
aparato productivo nacional, lo que ha conllevado un aumento en el desempleo,
una reducción casi a cero de la inversión productiva y el desabastecimiento.
Víctima de ese crimen, la arepa y
nuestras mesas sufren las consecuencias.
En nuestros días, conseguir un kilo de
harina para Nuestras Arepas se ha convertido en un acto de injusta paciencia.
La gente la busca con ansiedad, hacen colas de horas para comprarla, y ven cómo
sus vidas se marchitan en esa miserable espera.
Ante esta injusticia, y en respuesta a
un problema causado por ellos, el régimen rojo inventa un nuevo control, “PONER
UN TOPE AL CONSUMO”, una muy bonita forma de imponer una tarjeta de
racionamiento, sin mencionarla o aceptarla.
Ante tanto sadismo, nuestra respuesta no
puede ser sumisa. Ya basta de idioteces sobre contrabando de extracción o
revendedores inoculados del cáncer del capitalismo.
El responsable por la desaparición de
Nuestras Arepas de tu mesa y la mía es el régimen rojo, que ahora con nuevo
déspota, repotenciado y más sádico que el anterior, quiere decirte cuánto debes
comer, y qué comer, mientras ellos despilfarran los recursos de la Nación en
“regalos, comilonas y bonches”. Ellos son los responsables por la quiebra de
las empresas productoras, por nuestros campos abandonados, por nuestros
campesinos desempleados, Ellos son los responsables de lo que hoy pasa…
Cuando en medio del cansancio de la
amarga búsqueda quieras identificar un responsable por la desaparición de
Nuestra Arepa, no mires a los productores, no mires a los empresarios, no mires
a los hermanos guajiros, no mires a los camioneteros o a los tenderos del
centro… No te desvíes, mira adonde debes, mira a los responsables de este
cáncer rojo que ha acabado con Nuestra Producción Nacional, para suplantarla
por costosas, ineficientes, insuficientes e injustificables importaciones
rojas.
Recordando el pasado, en la peor época
de la mal llamada IV República, durante el gobierno del ex presidentes Caldera,
Tú Madre de Nuestros Hijos Venezolanos, podías conseguir la harina de tu arepa
y la de tus hijos en los abastos, en los supermercados, en los quioscos, en el
centro y en las cuatro esquinas; en cualquier parte la podías conseguir, hasta
en las farmacias y en las estaciones de servicio.
Hoy, en este gobierno de sádicos, lleno
de propagandas y carente de obras, quiere limitarte la cantidad de arepas que
sirves en tu mesa, y con ello, te meten la mano en el bolsillo, te sacan tú
dinero, y te dejan sin comida, para regalarselo a un monto de chulos y
delincuentes con títulos de presidentes que solo quieren hambre y pobreza para
sus pueblos, porque con ella, nos pueden gobernar como lo han hecho los Castro
en Cuba, como lo hicieron los antecesores de Putín en Rusia, o los Kim de
Corea del Norte, o el asesino de Mao en China.
Ya basta de injusticias, de hambre y de
miseria Venezuela. Esta Tierra de Gracia puede dar alimento a todas las almas
que hacen vida en su mancillado suelo. Solo depende de sus hijos el tiempo que
esto lleve.
El 14 de abril el pueblo eligió a un
Hombre que puede gestionar ese cambio que nos merecemos y que queremos. Eso
Hombre prometió trabajo, producción, inversión, progreso y paz. Su discurso nos
insufló de esperanza, nos movilizó y nos motivó. Por eso votamos por él, y por
eso Venezuela lo eligió.
Ese hombre es Henrique Capriles Radonski,
nuestro Presidente, que como yo y como tú, nació con una arepa debajo de su
brazo.
Alexander Acosta Guerra.
2 de junio de 2013
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