Si el problema de Venezuela fuera asunto de medición o de determinación de los candidatos, Maduro nunca hubiera llegado al poder. El moribundo eterno hubiese tenido que entregarle la banda presidencial al "Flaco", por el que muchos hicimos campaña
Por otro lado, y mucho más importante, la conceptualización del problema venezolano parte de premisas erradas. Queremos medirnos con nuestros viejos aliados, que ya cambiaron de bando, para construir una salida electoral inviable, basado en una discapacidad interpretativa (por decir lo menos) de un liderazgo comprometido, cansado y sin iniciativa.
Y hablando de aquellos viejos aliados, es importante entender que a un traidor nunca se le puede dar confianza de nuevo, pues la naturaleza de los traidores es esa, la traición.
Insisto, cómo proponemos medirnos con los mismos de siempre, los cuales siempre terminan negociando bajo la mesa con el régimen y los cubanos, mientras llenas sus alforjas de dinero y operan de manera impía. Mientras no rompamos con esa gente, mientras no entendamos que nuestro problema va mucho más allá de nuestra frontera, y no por los 6 millones de exiliados (entre los que me incluyo), nuestra situación nunca se solventará.
Todo lo que hemos hecho nos da la experiencia, pero las iniciativas son discordantes con ese pasado. Debemos rompernos la cabeza para abrir nuevas oportunidades, construir nuevas alianzas, conseguir recursos y dar la pelea, en un escenario muy diferente a aquel 2017 de la gran traición revelada.
¡En Dios Confío!
Alexander Acosta Guerra
Activista Político venezolano, en el exilio.
Barranquilla, 13 de julio de 2022
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