Hace algunos días, no importa cuántos, la prensa rosa de izquierda hizo su día con una declaraciones del Presidente de Colombia, Ivan Duque, quien en medio de un discurso dijo "Colombia con –P- mayúscula". Eso disparó la creatividad zurda e inició una campaña por todas las vías en la que se burlaban del error del Presidente Duque, y que dio origen a un nuevo país, “Polombia”, pero con la “P de Petro”.
Bueno, eso quedó allí, y luego de tres días de memes la cosa como es normal se apagó. Muchas gaseosas y bebidas espirituosas fueron vendidas gracias a ese pequeño desliz. Para aquellos que hemos dado discursos, incluso cuando los hemos debido redactar, es normal cometer errores. Los únicos que no se equivocan son los que se complacen en no hacer nada.
Venezuela con “G” mayúscula es un discurso con errores en los que haciendo uso de nuestro habitual sentido del humor, trato de hacer un llamado serio al entendimiento de la naturaleza de nuestra desgracia.
La “G” mayúscula que debería derivar en “Genezuela”, viene de la palabra “Genocidio”, que es el peor crimen que un individuo de la raza humana puede cometer.
El Genocidio, según la Real Academia de la Lengua Española, es el “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad.”
¿La población venezolana califica como “grupo humano”?
Analizando las derivaciones y complicaciones de la naturaleza del problema venezolano y entendiendo que este es producto de un plan bien orquestado, que pareciera dirigido por un cretino (en este caso el cretino es Maduro, no Guaido), pero no lo es, entendemos entonces que cada cosa que pasa, cada declaración, cada decreto, cada amenaza, obedecen a ese plan. Podemos inferir, asumiendo lo anterior, que la probabilidad de errores por ignorancia o mala preparación de los accionantes, solo es una forma de suavizar la responsabilidad implícita en el cometimiento de los crímenes derivados como consecuencia de todo lo anterior… “Es que el tipo es un ignorante y no sabe lo que está haciendo” (también en este caso me refiero al cretino es Maduro, no a Guaido).
La gravedad del problema venezolano puede ser englobado en esa palabra cuya definición antes expuse, “genocidio”. Y la aplicación y explicación sistemática de esa palabra, puede permitirnos apuntalar la gravedad y las implicaciones derivadas de nuestra situación.

Ahora bien, si en Venezuela se mata de hambre a la población, se le niega el derecho a la salud, se les persigue por causas políticas, se sostiene un accionar criminal que extiende en el tiempo el proceso hiperinflacionario y la catástrofe económica, por decir algunas cosas graves, como entonces con esa breve descripción podemos evaluar la posibilidad de sentarnos a conversar con los causantes del genocidio. Politicamente es colaboración sumisa. Por qué reunirme a dialogar con quienes asesinan a miles, para darle la oportunidad de “lavar su imagen” y reducir el efecto devastador de sus crímenes, cuando haciendo lo contrario, podemos debilitarlos, dividirlos y acabarlos.
La cohabitación con los criminales responsables del
genocidio venezolano, hace cómplices a quienes
lo practican, lo sugieren o lo impulsan.
No estamos hablando de un grupito de corruptos que se robaron unos milloncitos para poder pagar las “lolas” de sus queridas o los gustos de sus queridos… estamos hablando de individuos que ante tales crímenes, deciden colaborar con los criminales, para darles tiempo y construir con ellos una salida política, que deja atornillados a unos (los de Maduro) y inmensamente ricos a otros (los de Guiado).
No puedo asumir la buena voluntad de alguien que teniendo todos los recursos y todos los apoyos, decide una vía absurda de acción, cuyos resultados anteriores demuestran lo equivocado de la misma, y para justificar esta vía de acción, emprenden entonces una campaña de desinformación, que termina fortaleciendo al enemigo y fragmentando a las fuerzas que nos oponemos.
Esta colaboración nada gratuita entre algunos falsos factores opositores y la Tiranía Chavista viene dándose desde el 2002, sin embargo, ya es imposible ocultarla, y por ende, los colaboracionistas asumen la única táctica válida para ellos, dividir a quienes nos oponemos formalmente a la Tiranía, impedir mediante la infiltración nuestra cohesión, menospreciarnos y atacarnos.
Creer en la inocencia de Guaidó, habiendo este demostrado ser parte integral del problema, sin atender la necesaria reflexión y voluntad de coordinación con los factores verdaderamente opositores a la Tiranía Chavista nos haría complices de ese genocidio, y no sé ustedes, pero yo con ese peso no podría dormir tranquilo.
Guaidó tuvo su oportunidad y la desperdició,
y su decisión ha costado vidas venezolanas y americanas.
Basta de ser tan sutiles con un cómplice de genocidio.
Debemos encontrarnos, organizarnos (de nuevo), prepararnos y accionar, desde todos los espacios, tomando en consideración la primera variable, “tiempo”, como vital, pues cada minuto que pasa un venezolano muere como consecuencia del genocidio.
Aquellos que una vez consideramos aliados, deben ser descartados, execrados y expuestos como lo que son, cómplices de genocidio. Que todo el dinero sucio que les han pagado les sirva de consuelo, pero ni una palabra de aliento para ellos. Al enemigo ni agua.
Si para algunos la vida de millones no importa, y solo vale algunos votos, para los millones, la vida de esos algunos debe importar muy poco, aunque no suene muy bien para un buen cristiano.
Te pido Dios,
que ante ese pacto infernal,
tu inmenso Amor nos ayude
a construir la pronta salida
a nuestra izquierdosa desgracia.
¡En Dios Confió!
Alexander Acosta Guerra
Activista No Violento, Miembro de Sociedad en Acción, Ofensiva Ciudadana (OC), Alianza Bravo Pueblo Zulia (ABP-Zulia) y Movimiento 99% - En el exilio
Barranquilla, 18 de diciembre de 2019, siendo las 05:57
No hay comentarios:
Publicar un comentario