Viví en un país en donde la ilusión de los liderazgos mesiánicos
era la solución hipotética a todos nuestros problemas.
Vi el ascenso del
mayor traidor, Hugo Chávez. Se decía que tenía 3000% de popularidad… bueno,
sobornando, comprando, mintiendo, amenazando, con un petróleo a más de 100 por
barril y nada de moral en sus forjas, esa mentira nos la metieron hasta en la
sopa.
Vi el ascenso del “súper
candidato a todo”, pero que no cobra cuando gana, Henrique
Capriles.
Vi el ascenso
posterior de Leopoldo López y su “Fuerza
y Fe”, que terminaron cediendo ante los negocios de un tal Luis Florido… “donde más pudo el interés que el amor que le
tenían”.
Todos ellos políticamente enterrados.
Hoy veo con preocupación
como se ponen las esperanzas en una excelente mujer, una valiente mujer, pero
se sigue sin entender la naturaleza y dimensiones del momento.
La pluralidad del
liderazgo ante un enemigo como el chavismo es un elemento que debe prevalecer
en nuestra lucha… un liderazgo diverso, regionalizado y conectado a nivel nacional,
congregado en una estructura unitaria libre del cáncer de los partidos
pro-estalinistas que hablan de libertad y tienen tiranos dirigiéndolos.
Ese liderazgo
plural es el que debe vender una visión única y compartida. Es en el mensaje,
en el proyecto de país, ahí debemos ser consistentes… Un solo mensaje, un solo
proyecto, un solo país… Y que cientos, o miles de Líderes lo propaguen…
Una vocería diversa - y dispersa en lo nacional - es más
eficiente
que las estructuras únicas centralizadas.
El quid del asunto está en el Mensaje, no en el
mensajero.
Cuando el régimen decida
atacar a fulano, o a fulana, cientos puedan dar la cara, mientras en las
estructuras de la resistencia, se buscan los espacios para proteger al fulan@
perseguido.
Con respecto al mesianismo,
yo me quedo con el único Mesías en el que creo,
Jesús de Nazareth.
¡En Dios Confío!
Alexander Acosta Guerra
Activista No Violento
Miembro de Alianza Bravo Pueblo
Zulia – en el Exilio
Barranquilla, siendo las 12:47
de un 11 de julio de 2018
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