Millones de venezolanos han abandonado desde abril de 2013 su país, como consecuencia de la crisis propiciada por el régimen del genocida de Maduro.
Mientras estos millones abandonaban el país, por cientos de vías y de miles de maneras, para muchos políticos solo eran razón eventual de cotilleo (chisme). No veían interés alguno en individuos que abandonaban el país con una maleta y muchas esperanzas, pero sin recursos para apoyarlos y sin capacidad para evotar. Su preocupación más transcendente acerca de estos ciudadanos que decidían convertirse en inmigrantes, era la pérdida progresiva de apoyo electoral por parte de los sectores opositores empeñados en “construir” una salida Constitucional, Democrática, Pacífica y Electoral.
Cuando el volumen de hermanos venezolanos que emigraban, millones de ellos sin condición alguna para sostenerse en el exterior, se convirtió en un problema, los gobiernos del mundo voltearon sus ojos a Venezuela, no por sentido humanitario per-se, sino por el problema que estas emigraciones y su inmenso volumen representaban para sus naciones. Las más afectadas, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil, algunas Islas del Caribe, España y Estados Unidos comenzaron a evaluar el efecto producido por estas migraciones, como los afectaban y que debían hacer.
PONGANME DONDE HAIGA
Hace algunos escasos meses algunos países decidieron apoyar económicamente a la diáspora venezolana residenciada básicamente en los campamentos de refugiados a lo largo y ancho de Sur América y en las plazas y canchas de cientos de ciudades. La forma de esa distribución no ha quedad muy clara, y es ahí donde la miseria humana de algunos ha visto la oportunidad de lucro.
Recientemente el diputado Luis Florido decidió de manera unilateral nominar a encargados en los diversos países para poder aprovechar la potencialidad del momento. Para este bribón, traidor ya conocido, que vendió la calle y que permitió que el régimen de Maduro, técnicamente caído en Julio de 2017, sobreviviera lo que faltaba de ese año y se extendiera hasta el día, lo importante no es el sufrimiento de los millones de venezolanos que viven y sufren fuera de su patria… para él lo importante son los dólares, en volúmenes de millones, que se estima puedan llegar.
A individuos como Luis Florido y los demás miembros del G4 de la MUD, Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, el autoexiliado Julio Borges, el eterno candidato a lo que sea Henrique Capriles Radonski, y al siempre traidor de Henry Falcón, esos fondos frescos son oxigeno para sus maquinarias, que les permitirán sostener sus costosos aparatos políticos, llenos de palangristas y falsos especialistas, dispuestos a justificar lo injustificable, siempre y cuando “los pongan donde haiga”.
Para ellos, cerrado el escenario electoral –por ahora-, la diáspora se ha convertido en su nuevo negocio; y con el podrán seguir haciendo lo que han hecho hasta ahora, lucrarse, envilecerse y cohabitar con el régimen, mientras millones mueren de hambre y millones huyen. Total, para ellos la política es un negocio.
¡En Dios Confío!
Alexander Acosta Guerra
Activista No-Violento
Barranquilla, 14 de junio de 2018, siendo las 21:49.
No hay comentarios:
Publicar un comentario