“La política es algo serio, y
serios deben ser quienes la ejerzan, pues de su desempeño depende el futuro de
muchos”.
En tiempos de control mediático, auto-censura y persecución, en
tiempos difíciles, la mentira ha llegado a extremos de lo absurdo.
El régimen se compró a la medida un comité de victimas que andan
paseando por los medios, instituciones y todos lados, mientras que las verdaderas víctimas de su
brutalidad, de sus violaciones y sus excesos se pudren en las cárceles o en sus
tumbas.
Poco importan las exigencias internacionales, a las que hacen caso
omiso. Los presos políticos siguen presos, y el régimen sigue sordo ante las
exigencias de los organismos donde hace lobby e invierte miles de millones de
dólares, necesarios en el país para tantas cosas.
Una terrible epidemia achacada a un zancudo tiene a todos enfermos, a
un nivel no alcanzado en mucho tiempo. Las emergencias de hospitales y clínicas
están abarrotadas de víctimas de la
terrible epidemia. Las complicaciones están llenando de muertos los
cementerios, y el régimen acalla la gravedad del asunto, no divulgando la
realidad y manteniendo como causante al zancudo conocido desde hace mucho
tiempo.
Mucho escándalo, pero pocas acciones. Para atender esta terrible
epidemia se requieren pocos medicamentos, antes de las complicaciones, claro.
Complejo B, acetaminofen o paracetamol, acido fólico y mucho reposo. Si el
régimen quisiera atender con seriedad esta crisis, habilitaría los recursos a
las farmacéuticas para que importasen los medicamentos necesarios en las
cantidades requeridas y con prontitud, en vez de traer “containers de
propaganda”. Por el contrario, niega los recursos con lo que agrava la
situación, siendo responsable de las consecuencias por su negligencia.
En esta tierra plagada de “mentiras oficiales”, los victimarios se
visten de victimas, y los zancudos son acusados de cómplices de epidemias
acalladas por complicidad y miedo.
QUE DIOS BENDIGA A VENEZUELA.
Alexander Acosta Guerra
18 de noviembre de 2014, siendo las 12:57 pm
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