Llega alguien a un supermercado, una tienda por departamentos o cualquier sitio donde vendan alimentos. Puede que quien lo recibe, que puede tomar decisiones, lo conozca o no. Lo cierto es que lo recibe.
Este individuo viene con una propuesta. “Mira Fulano, por ahí van a venir dos o tres pendejos de esos que creen que podemos salvar a la tierra dejando de comer carne de vaca, o de cerdo, o pollo. Son patéticos, pero, alguien que está muy por encima de mí, quiere que los graben haciendo sus idioteces. No te preocupes, no van a golpear o dañar más allá de romper algunos frascos y derramar un poco de leche. Incluso, puede que los que lleguen, lleguen con flores como ofrenda a los bistecs. No te vayas a alterar. Deja que las cosas pasen, ellos tienen una rutina ya practicada. Diles a los muchachos de seguridad que no se alteren, que protejan el espacio de cualquier cliente que se pueda sentir ofendido. Eviten la violencia.
Esos muchachos locos van a traer a algunas personas que lo van a filmar todo, van a dejar registro en video de sus idioteces. Igual da, quien los impulsa a hacer esto, está interesado en que se vea. Es todo una parodia, no pierdas la calma. Todo lo que esos bobos rompan, te lo vamos a pagar, hasta el último centavo, y para que veas que no miento, aquí tienes un monto en efectivo que supera y por mucho el daño que ellos causaran.
Otra cosa, esos muchachos no son Van Damme o Stallone. Cuando terminen la parodia, diles a tus muchachos de seguridad, que con tono ceremonial los acompañen hasta la salida. De hecho, me gustaría que los protegieran hasta que se monten en sus bicis eléctricas y se larguen.
Si todo sale bien, lo que quede de dinero luego de descontados los “costos de la parodia” es tuyo.
Cuéntalo, por favor”.
El rostro del “encargado” al ver el monto facilitado resplandece en sus ojos, y con efusividad estrecha la mano del individuo y acepta su propuesta.
Dos días después, la falsa protesta se hace viral en redes sociales, levantando la ira de la gente ante la idiotez expresa de algunos y la falsa indisposición a la acción de otros.
Mientras tanto, en algún cómodo recinto, el titiritero ríe.
¡En Dios Confío!
Alexander Acosta Guerra
Activista Político y exiliado venezolano.
Barranquilla 11 de octubre de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario