Los
comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones.
Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por
la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases
gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los
proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cad enas. Tienen, en cambio, un mundo entero
que ganar [1].
Temo
a una Venezuela rica en recursos gobernada por una satrapía de déspotas rojos
carentes de humanidad, dispuestos a esclavizar lo que quede de su pueblo para
seguir en el Poder.
Temo
a una Venezuela como Vietnam, gobernada por asesinos y ladrones rojos,
comunistas todos, transmutados en ejercito de muerte, que subyugan a los suyos,
para venderse cual prostitutas a las Grandes Potencias.
Temo
a una Venezuela Roja cuadrada con los grandes aliados de la Muerte, la Peste,
la Guerra y el Hambre, los Jinetes del Apocalipsis.
Temo
a una Venezuela aliada como está con China Y Rusia, supeditada a los mandatos
de dos malditos vejetes que han acabado con una Isla casi por entero.
Seis millones de almas sometidas al infierno de los
Castro.
El
demonio reposa tranquilo en el averno, pues en la Tierra que tanto ha querido
someter, muchos de sus soldados, demonios también, hacen una gran labor en
destruir el Alma de los Humanos, y el Alma del Mundo.
La
historia da fe de mis palabras, pues no conozco paraje, pueblo o nación a la
que haya llegado la Peste Roja del Comunismo sin destruir todo a su paso.
La
Peste Roja, donde llega siembra odio para dividir, siembra miedo para someter,
genera muerte para liberarse de aquellos que no pueden ser sumados a su maldita
causa. La Peste Roja genera ríos humanos de seres desesperados que huyen
despavoridos ante la inclemencia de su proceder.
Como pedir a un engendro del demonio que tenga piedad
de aquellos con almas nobles.
Millones
fueron asesinados bajo la hoz y el martillo en la vieja Rusia, cuyo nombre fue
reemplazado por un galimatías. Y no fue superficial tal decisión, pues al
cambiar el nombre de algo, cambia la relación del hombre con ese algo. Al
cambiar el nombre mataron a la vieja Rusia, dando vida a la ahora supuestamente
extinta URSS.
Millones
murieron de hambre o fueron asesinados por ese miserable psicópata de Mao Tse
Tung. Hoy la China Comunista es gobernada por un Partido que se comporta como ejército,
donde la pluralidad del pensamiento humano fue suprimida por “contra-revolucionaria”.
Millones murieron en Camboya bajo órdenes de los Kemeres Rojos, una verdadera Peste Roja, criminales que sometieron a todo un pueblo a sus desquiciantes ambiciones.
Millones
murieron en Vietnam, por hambre, por crueldad o por la guerra, para que un solo
partido se impusiera. Un partido que hoy recibe a sus viejos enemigos, que
buscan en Vietnam mano de obra barata y mujeres o chicos baratos. Quien pudo
haberse imaginado un certamen de belleza en Vietnam. Solo un magnate enfermo
pudo hacer realidad tan absurdo evento.
Quien crea que puede negociar con el demonio o con sus
lacayos rojos pierde con ello su tiempo y su alma. Nada hay que negociar con
ellos. Nada tienen que ofrecer.
La
lucha por el Alma de Venezuela, es la lucha por el Alma de América, pues si
Venezuela, luego de tantos esfuerzos cae bajo la egida de la Peste Roja, América
entera caerá, y no por culpa de sus pueblos, ignorantes al peligro que
representa. América caerá con Venezuela, por culpa de sus blandengues y patéticos
dirigentes de pacotilla, que no soportan un fajo de dólares como soborno, a
pesar de haber robado millones de millones de los Tesoros de sus Naciones.
Mientras
seamos gobernados por Ladrones, América seguirá en peligro.
El
demonio posiciona a sus soldados. Con la Paz como excusa hoy Colombia se ve
comprometida. Ruego a Dios que los viejos asesinos de las FARC sean sometidos
por la fuerza de un Ejército preparado que no se ha doblegado, antes que dejar
que su Peste Roja pueda seguir ocupando espacios de gobierno.
La Peste Roja no se detendrá hasta que no sea sometida
por la fuerza de nuestras convicciones, nuestra Voluntad y nuestra Entereza.
Como
Seres Humanos tenemos la oportunidad de Liberarnos de la Peste Roja. No serán
la aspirina o los antibióticos los que nos liberarán de esta Peste. Serán la
Moral, la Educación y las Buenas Costumbres, sembradas desde el Hogar, con la
Familia como Base y Centro, con la Iglesia, de la fé que sientas como propia,
como Eje y Sustento, y con el Estado como Garante.
El
trabajo a venir es duro, pero el futuro será prometedor en la medida que
sometamos a la Peste Roja, y la reduzcamos hasta su más mínima expresión.
Trabajemos
en Venezuela, no olvidemos a Colombia, continuemos con América, y procuremos el
Mundo.
Que
Dios Bendiga a Venezuela.
Alexander Acosta
Guerra.
Domingo
11 de octubre de 2015, siendo la 1:08 PM (13:08).
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