sábado, 5 de septiembre de 2015

OTRO ANGELITO LLEGO AL CIELO

Otro angelito llegó al cielo, y millones de angelitos lo recibieron con sonrisas y abrazos.


Aylan, en medio de sus nuevos amigos, miro en todo derredor buscando a alguien conocido, y al fondo vio una bella dama que sonreía, con un niño tomado de la mano. Aylan salió corriendo con dificultad como cualquier terruño de alguien con tres añitos de edad. Su mamá abrió los brazos como si fuera abrazar al mundo entero y recibió a su pequeño con una sonrisa que iluminó el cielo entero. Su hermano mayor esperaba en su derecha contento y le dijo en Lengua Universal “Querido Hermano, aquí donde hemos llegado ya no hay hambre o miedo, no hay tiranos, no hay odio, llegamos pronto, pero nos recibieron con amor”.

Aylan dejó ver un dejo de tristeza, y le comentó a su mamá y a su hermano “pero Papá se quedó solo y con la culpa de nuestra partida como peso en su conciencia”, a lo que la Mamá le respondió con su inmenso amor “Papá se quedó en esa tierra de odio, persecución y dolor, pues su tiempo no ha llegado. En su momento el vendrá a nuestro encuentro y será feliz de nuevo”.

La tragedia que trastoca la vida de cualquier ser humano marca el alma de cada uno de los seres que vivimos en esta Tierra, pues el dolor no conoce fronteras.

La insensibilidad de los tiranos y sus lacayos ante el dolor que sus miserables caprichos producen, puede ser solo entendida y traducida por aquellos que sufren sus consecuencias. Sin embargo, la imagen de ese pequeñín logró traducir el dolor de todos aquellos que huyendo de la tiranía de unos, y el fanatismo de otros ponen en riesgo sus vidas y las de sus seres queridos. En medio del desespero se someten a la inclemente suerte de una huida sin destino seguro, sin recursos y sin seguridad alguna.

Cuando ví la imagen del pequeñito, de Aylan Kurdi en esa playa, la reseña noticiosa venía en italiano, sin embargo, el impacto de la imagen me dejó congelado. Tardé en procesarla, tardé en entender la frialdad de la muerte. Me imagine el terrible brote de emociones que el oficial turco que consiguió a Aylan tuvo que sufrir. 

Dedico estas pocas palabras a todos los inocentes que dejaron pronto esta injusta Tierra, por salir persiguiendo la Luz de Dios.

Que Dios los Bendiga.

Alexander Acosta Guerra
Siendo las 11:09 pm de un sábado 5 de septiembre de 2015

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