LA ASAMBLEA.
El silencio de muchos sirve de aval a quien nos oprime.
De
manera insistente se nos ha querido hacer pensar a los venezolanos que cada
elección a venir es la solución sistémica a la problemática del país.
Insistentemente se ha vendido ese concepto de fondo, “la elección como elemento
corrector, y el voto como su instrumento”.
Este concepto como tal podría tener algún valor factico en una
democracia, pero no cumpliéndose los valores y principios de la democracia, el
voto como instrumento pierde su valor, pues el voto como tal es la expresión
multitudinaria de los ciudadanos, pero son las Instituciones Democráticas en
primera instancia las obligadas a hacer valer esa expresión.
Para
todos es sabido que en Venezuela no existe separación real de poderes. La
Constitución habla de cinco poderes, y esos poderes están siendo ejercidos por
cinco proletarios, pues los comunistas no creen en la ciudadanía como concepto,
pero cuatro de esos proletarios, y las Instituciones que ellos representan por
ende, se someten de manera voluntaria a un solo poder; por ello, podemos
afirmar que en Venezuela hay realmente un solo poder.
Saltando
del presente al pasado, me ubico entonces en el año 2005. Los ciudadanos
comunes y corrientes decidieron no acatar el llamado al voto, con lo que se
produce un boicot electoral. El 82% de los venezolanos deciedieron no votar.
Mayor expresión de voluntad popular es difícil conseguir; sin embargo, los
nuevos dirigentes de la oposión, muchos de los mismos viejos causantes del
advenimiento de chavismo, decidieron castigar al pueblo de Venezuela, que se
expresó de manera clara al no acudir a votar. Nos castigaron dejándonos a la
deriva. Nadie dirigiría la Oposición ni la necesaria protesta ante el irrito
proceso electoral, nadie.
Recuerdo
que durante el proceso de convocatoria al Referendo Revocatorio Presidencial
previsto para 2003 y llevado a cabo el 15 de agosto de 2004, los Partidos
Políticos inexistentes de hecho hasta diciembre de 2002, fueron copando los espacios
políticos, recientemente ocupados por una nueva clase política, la ciudadana. Y
con qué se come eso, dirán algunos… Esa nueva clase política buscaba reconducir
el destino de la Nación, a momentos de prosperidad, crecimiento económico e
independencia de los cubanos. El principal error de esa clase política fue no
aspirar al ejercicio del poder. Solo aspirábamos a participar en el proceso de
cambio, y luego al necesario retorno a nuestras “realidades”. Ante esa falta
tácita de aspiración, la vieja clase política venezolana consiguió un espacio
para “su acomodo”.
Para
esa vieja clase política, recientemente re-acomodada, la Asamblea Nacional
representaba su recompensa. De nuevo volver al poder, hacer vida en el
Hemiciclo, tener una oficina y diez asistentes, codearse con empresarios, comer
en los restaurantes de Caracas (los únicos buenos del país – según ellos),
viajar al exterior en representación de la Nación, aunque nada hicieran… Eso
representaba la elección del 2005. Ellos se hubiesen medido en peores
condiciones, siempre y cuando fuesen reconocidos algunos.
Como
castigo a los ciudadanos, a los venezolanos que decidieron no creer en esa
elección y en las desiguales condiciones, esa nueva-vieja dirección partidista,
decidió castigarnos. Las elecciones eran apelables, las condiciones para la
protesta como exigencia para la solicitud de un nuevo proceso con condiciones
adecuadas estaban dadas, pero necesitaban de esa dirigencia opositora,
partidista y previamente contaminada.
Nadie
dirigiría la protesta, nadie dirigiría el reclamo, silencio y aceptación.
Algunos meses después, un personaje con verbo encendido, muy cuestionado hoy, y
muy apreciado por mi en viejos tiempos, decidió reconocer políticamente a esa
Asamblea como legítima, haciendo una simple visita institucional. Con esa
visita, la potencial impugnación del proceso, cuyos lapsos ya se habían
agotado, dejó de ser una opción política.
Nos
calamos cinco años una Asamblea Roja. En el 2010, eran las nuevas elecciones
parlamentarias. Desde el 2008 los
representantes de los partidos ya discutían nombres y hombres, para cargos como
premio.
En
2009 el régimen aprueba la Ley de Educación, con alcance y dimensión
peligrosísimo. Algunos padres responsables salimos a protestar, con lo que se
caldeó un poco el entorno, obligando al régimen a su implementación gradual, no
inmediata como querían.
Cerca
de agosto-septiembre de 2009, las protestas continuaban de manera cívica y
noviolenta en las calles de las principales ciudades. Los aspirantes a Diputados,
asustados ante la potencialidad de una suspensión electoral, se empezaron a
mover para sofocar las protestas… No para dirigirlas, sembrando su liderazgo, y
haciendo la derogación de la Ley un hecho, ¡NO!, el objetivo era sofocarlas,
pues la campaña del 2010 tenía que empezar.
Bueno,
los padres responsables, conocedores de las consecuencias inherentes a la
aplicación de la Ley no tuvimos más remedio que replegarnos. Otro momento en el
que el liderazgo ciudadano se ve sometido y sofocado por la dirección
partidista.
Las
elecciones del 2010 fueron un hecho. El régimen implementó un concepto
denominado como “circuitos electorales”, con el cual desbalanceó la estrategia
electoral de la oposición. Resultado, la Oposición sacó más votos a nivel Nacional,
y menos diputados a la Asamblea. Si a eso le sumamos que la elección de esos
nombres y hombres no fue ni cercanamente la mejor, entonces obtendremos como
resultado un lote de asambleístas que deja mucho que desear y pensar.
De
los no sé cuantos asambleísta que la Oposición como conglomerado electoral
ganó, tres o cuatro han sido destituidos por acusaciones e investigaciones
absurdas. Tres o cuatro se han saltado la talanquera, con lo que el régimen
obtuvo la mayoría necesaria para hacer lo que le viniese en ganas.
En
resumen, Venezuela tiene 15 años con un poder legislativo rojo.
La
asamblea solo ha servido como pulpito para discursos y excusas para viajes. Son
muy pocos los asambleístas opositores que merecen un reconocimiento. Algunos de
ellos, ya no son asambleístas, y lo peor de todo, es que la mayoría de los
asambleístas ni siquiera asisten a las sesiones o a la Asamblea como su espacio
de trabajo.
Ante
esta triste, terrible e inaceptable situación, la propuesta de la coalición
electoral opositora congregada en la MUD es “voten por quien nosotros
imponemos, sean buenos o sean malos, pues sabemos que no son tan malos como los
rojos”…
Mucho
se insistió desde muchos espacios en el desarrollo de PRIMARIAS, para legitimar
la dirigencia opositora profundamente cuestionada. La razón por la cual esas
PRIMARIAS nunca se dieron fue que las mismas ponían en riesgo a muchos
dirigentes opositores que tienen más rechazo interno que el mismo régimen, con
lo que se creaba un desbalance en la estructura real interna de la coalición,
gobernada de manera autocrática por los representantes de tres partidos … AD,
PJ y UNT.
Para
proteger las postulaciones de algunos, la elección a venir fue vendida, pues
con las condiciones vigentes es imposible una victoria.
A
esa dirigencia opositora la invito a re evaluar sus decisiones, la invito a re
legitimarse con una PRIMARIAS, para la cual hay todavía tiempo, como motivación
al electorado y a esa nueva dirigencia que surge de las bases y no ha podido
ser reconocida ni siquiera a lo interno de sus propios partidos… Eso podrá
reducir la potencial abstención que se estima alta, por la poca credibilidad
tanto de las Instituciones como de los Candidatos.
Quizás
con eso, se pueda motorizar a la Sociedad como un Todo en tan difícil momento,
con el principal objetivo de construir una salida política a nuestra crisis,
con una dirigencia opositora re legitimada y curtida de calle.
Que Dios Bendiga a Venezuela.
Alexander Acosta
Guerra.
17
de abril de 2015, siendo las 12:29 pm
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